inspiración: tánger

Esta primavera fuimos a Tánger por mi cumpleaños. No había estado nunca en África; a pesar de que está muy cerca de la península es un mundo totalmente diferente.

Tánger es la puerta de entrada, un cruce de caminos, de culturas. Es como estar en tierra de nadie, la gente está de paso, un poco perdida. Allí recalaron a mitad del siglo pasado músicos, escritores buscando culturas nuevas, nuevas experiencias.

Me encantó. Me pasé maravillada el tiempo que estuve allí, por la luz que se reflejaba en los edificios encalados.

Por las texturas, los diseños de los azulejos, los revestimientos típicos árabes, por las gamas de color utilizadas.

Terraza, diferentes motivos geométricos.

Mezcla de texturas en escalera. Estampado del vestido, barro cocido y madera cruda. Natural y precioso.

Diferencia de texturas en habitación.

Siempre que viajo me gusta visitar los mercados locales. En este caso fue toda una sorpresa la manera que presentaban los alimentos, los higos, los quesos, las aceitunas, ordenada y estética.

Higos en el mercado de Tánger.

Quesos

Aceitunas y limones.

Callejeamos mucho, es un sitio perfecto para hacerlo, la gente te habla, intenta venderte cosas, es muy agradable. Muchos hablaban castellano y te contaban cosas de su vida. Visitamos la filmoteca, un sitio que me encantó y donde encontré cosas curiosas que me sirvieron para los diseños posteriores (¿las lámparas de la cafetería?)

Me gustaron mucho las paredes desvencijadas, llenas de cuadros de diferentes formatos del cine Rif.

Es un sitio donde va gente joven y moderna, y se come muy bien!

Es una ciudad asombrosa, y merece una visita, sea cual sea el motivo. Otro día os hablaré del Dar donde nos alojamos. Merece una entrada aparte.